domingo, 18 de diciembre de 2011

Las TORRES del PAINE

[12.12 18:00 En omnibus de Punta Arenas a Puerto Natales]

     A nuestra derecha el lado norte del Estrecho de Magallanes, a la izquierda y Oeste, otra vez la llanura patagónica, que habíamos olvidado, pero ahora verde, entre Magallanes y el Pacífico, delante de nosotros, al norte y a tres horas Puerto Natales, poco más allá el PN de las Torres del Paine, que es lo que buscamos. Conforme vamos al norte el tiempo es más primavera.

   Pero volvamos un rato al Vía Australis, nuestro barco por unos días. La visita a los glaciares de los fiordos fue fenomenal, todo eran cascadas, cormoranes y hielo azul, entre las montañas de la Cordillera Darwin, las fotos difíciles con los objetivos llenos de gotas de agua, lo que no impedía que desde cada zodiac con catorce personas parase los clic por un momento. Al volver al barco fríos de viento y lluvia nos tenían preparados nada más subir, chocolate caliente con un chorreón de whisky. Yo ya siempre el chocolate con churros me lo tomaré con un poquito de whisky en el chocolate, es otra cosa; es como el café cortado y con unas gotas de Bayleis, otra cosa, que me enseñaron mis amigos Juan y Alfredo en Luarca.

     La noche era de despedidas, intercambio de direcciones y exaltación de la amistad, pero cuando el barco se incorporaba al estrecho de Magallanes empezó a moverse de mala manera, el ambiente se puso hostil. La exaltación de la amistad se trasladó a esta mañana antes de abandonar el barco definitivamente. Marcelo y Daniela, mejicanos y recién casados, formaban una pareja tierna y linda, y ella tan jovencilla y tan bonita, ¡con esa forma de hablar!; me gustaría que fuesen felices toda la vida que ahora empiezan. Las dos parejas de Madrid, parece que no necesitan más felicidad, se les ve que saben vivir y disfrutar, que sigan. Carmen Deorce, seguro que se comerá el mundo, y hasta puede que lo sane un poco con su medicina alternativa.

     Esta mañana, después de madrugar y otra vez en zodiac hemos pasado un par de horas en isla Magdalena, llena entera de pingüinos magallánicos, era como estar metido en la pantalla cuando un reportaje de LaDos. Son simpáticos los pingüinos, también había muchas gaviotas, un Faro y un lobo marino que ha cazado un pingüino y se lo ha llevado a su comedor.

     La gente del barco estupenda, la tripulación y las amistades hechas, todas con promesas de volver a vernos, visitarnos y mandarnos fotos. ¡ tan grandes y todavía creyendo en los reyes ¡ El caso es que ha sido un acierto lo del crucero, tenemos la sensación de conocer la Tierra del Fuego y haber estado en el fin del Mundo. Hemos pasado cuatro días de relax, cuidados como príncipes, en el mejor de los hoteles del viaje y buenas conversaciones. Lo único malo ha sido que a pesar de estar todo el día comiendo y bebiendo, cada vez que había oportunidad parecíamos tener hambre y sed. Y lo mejor, los paisajes y las sensaciones.


PUNTA ARENAS

     Punta Arenas ha sido una sorpresa, hemos estado apenas cuatro horas, pero nos ha llamado la atención; limpia y ordenada, el centro lleno de edificios o palacios con solera, parecía una gran ciudad, buenos bares y restaurantes. En la compañía de viajes nos han atendido y ayudado al gusto, y hemos estado demasiado poco.
     En tres o cuatro ocasiones nos henos encontrado con amigos o compañeros del barco y enseguida hemos tenido que tomar el bus, 240 km por 8 €, y nos habían dicho que Chile si que era caro. En Chile te crees un hombre rico, por 100 € te dan en el banco unos 50.000 (cincuenta mil) pesos chilenos, y además en billetes nuevos, los de Argentina están tan viejos como las rupias egipcias. El ómnibus también es bueno, aunque no cama, ni semicama como en Argentina, y el paisaje que llevamos es como en la R40, y otra vez guanacos, ñandúes, vacas y ovejas.
     La primera cerveza en tierra chilena ha venido a ser en un bar bonito que ha resultado ser un Cyber, así que además de cerveza con tapa, he podido mirar mi correo tras cuatro días aislado del Mundo, y me han gustado

     En el barco viajaba una pareja joven y francesa con una niñas de un año, que hacia el viaje como un mayor, ahora vienen el autobús y no para de llorar, debe tener claustrofobia o algo, echará de menos el barco y las aguas de El Cabo. Yo también, aunque no lloro.

     En Puerto Natales nos espera Juan, debe llevar allí un par de días, pero no sabemos donde, ni él sabe nosotros cómo, y los móviles parece que no se oyesen entre si. Tendremos que buscarnos por las calles. En sus casas ya están Mª Jesús y Ángel, llegaron sin incidentes y parece que satisfechos, nosotros los echamos de menos de vez en cuando e intentamos apañarnos como podemos sin ellos. El paisaje que nos rodea, sigue siendo patagónico, pero más verde, y empieza a tener árboles de cierta talla.

LAS TORRES del PAINE.

     [17.12 10:00 Volviendo a Punta Arenas]
    Hemos pasado 5 días/cuatro noches en Puerto Natales donde lo que importa son las Torres del Paine, en no sé el idioma de que indios, montañas de huno, por estar siempre cubiertas con nubes blancas. Puerto Natales parece un pueblo de pioneros recién llegados, sigue siendo cuadriculado, pero el 90 % de las casas son pequeñas, de una planta y echas de chapa, como hechas para un rato, pero ya con muchos años. A veces hay una casa de madera pero que imita a chapa, algunilla tiene dos plantas, y de vez en cuando una de obra. Hay una plaza bonita y grande, algunas calles con árboles, y muchas calles delante de las casas tienen un jardincillo casi siempre abandonado, el pueblo está muy extendido, tiene una bahía por donde entra el mar y los glaciares, no se ven por donde, y la salida en barco tiene que ser por fiordos y canales entre un rosario de islas que cuesta verlos en el mapa. El centro otra vez un revoltijo de bares, hosteles y agencias de turismo, a más de tiendas. Y yo sigo sin saber comprar.

     Las Torres del Paine, y los Cuernos del Paine, son unas formaciones geológicas apabullantes que trataré de describir. En algún momento, hace unos 60 millones de años, por aquí había una llanura donde todo era de roca basáltica y negra, de una lava antigua. Mucho más tarde de muy adentro de la Tierra otro magma ascendió por alguna grieta y formó una bolsa de granito, que los geólogos llaman batolito, debajo del basalto primitivo. Después el terreno se elevó, y recientemente, geológicamente hablando, nevó inmensamente, se formaron inmensos glaciares, los glaciares empezaron a escurrir por las pendientes y modelaron un relieve impresionante, que la gente viene a ver desde todos los lugares de la Tierra. A mi me cuesta mucho creer en la geología, pero no tiene otra explicación.
     Los glaciares erosionando aquello, dejaron un paisaje formado por pináculos, agujas, mesas, torres y cuernos, con la parte superior negra de basalto, y la inferior gris o rosa o roja, según qué luz les dé. Y en medio de ese bosque aún siguen los glaciares erosionando y, formando lagos y lagunas. Las Torres están rodeadas en un maremágnum, de difícil orientación, de lagos inmensos, glaciares colgados y a nivel, lagunas, charcas, ríos, cascadas y senderos. Como pasaba en El Chaltén esto lo hizo dios para los mochileros del mundo, que han hecho que esto se llene de refugios y campamentos para estar andando, subiendo y bajando, varios días. También los del Inserso vienen y hacen grandes recorridos en bus y mucho más chicos andando, y viven en hoteles muy buenos y con buenas vistas.

     Nosotros alquilamos un coche para dos días, para ir, venir y recorrer aquello. Un día lo recorrimos en un sentido y nos hicimos una excursión hasta El Mirador Torres, 20 km andando y 1000 m subiendo. Arriba fue el clímax, el sendero una delicia, a veces duro, y la gente mucha. Juan se quedó en un refugio, junto a un río enorme, para estar cuatro días por senderos y refugios y hacer lo que llaman “la doble uve larga”. Juan se ha currado un buen viaje. Paco y yo regresamos viendo lagunas, plantas, ñandúes y guanacos. Para la doble uve, hace falta mochila grande y dormir amontonados con olores y ronquidos en sitios estrechos, Paco y yo, como que no. A veces también somos inserso.
     Al día siguiente, 16 de diciembre, volvimos al parque, lo recorrimos en sentido contrario y vimos otros rincones y otros sitios, como el Lago y Glaciar Grey, la Gran Cascada, el lago Sarmiento, más tranquilos. Un par de marchas cortas y muchos bichos; y ya no vimos gente del Barco, como el día anterior que nos encontramos tres o cuatro.

     Cuando voy por las calles, los senderos o los sitios, pienso muchas cosas que luego quiero contar en esta bitácora, y pienso que son tan interesantes que no se me van a olvidar. Pues se me olvidan. Y ahora que puedo escribir, no consigo recordarme.

    Si me espero a tener tiempo para poner fotos, no acabo nunca esta bitácora.

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